Declaraciones del Cardenal Robert Sarah sobre la homilía

El 10 de febrero 2015 el cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presentó en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el «Directorio Homilético», elaborado por ese dicasterio bajo la prefectura de su predecedesor el cardenal Antonio Cañizares Llovera.

“A menudo, para muchos fieles -explicó el purpurado- el momento de la homilía, considerada buena o mala, interesante o aburrida, decide la importancia de la celebración. Efectivamente, la misa no es la homilía, pero ésta constituye un momento importante para la participación en los santos misterios, es decir la escucha de la Palabra de Dios y la comunión con el Cuerpo y la Sangre del Señor”.

“El Directorio no nace sin una razón. Su objetivo es ofrecer una respuesta a la necesidad de mejorar el servicio propio de los ministros ordenados: la predicación litúrgica”, prosiguió el cardenal.

“El surco estaba trazado -dijo el cardenal Sarah- y siguiendo esa línea, la Congregación inició el proyecto, que recibió un fuerte impulso por el acento que puso en la homilía el Papa Francisco, en su exhortación apostólica Evangelii gaudium donde toca ese tema en 25 puntos: 10 dedicados a la homilía y 15 a su preparación”.

“La homilía -recalcó- es un servicio litúrgico reservado al ministro ordenado, que está llamado por vocación a servir a la Palabra de Dios según la fe de la Iglesia y no de forma personalista. No es un discurso cualquiera, sino un hablar inspirado en la Palabra de Dios que resuena en una asamblea de creyentes, en el contexto de una acción litúrgica, con el fin de aprender a practicar el Evangelio de Jesucristo”.

“Entre los criterios mencionados en el Directorio, indico algunos: La homilía está suscitada por las Escrituras dispuestas por la Iglesia en el Leccionario, que es el libro que contiene para los días del año las lecturas bíblicas de la Misa. La homilía está suscitada por la celebración en la que se insertan “estas” lecturas, es decir, por las oraciones y los ritos que conforman “esta” liturgia, cuyo principal protagonista es Dios, por Cristo, su Hijo, en la potencia del Espíritu Santo”.

“Obviamente -concluyó- la homilía llama en causa a quien la pronuncia. De ahí la importancia de la preparación del homileta que requiere estudio y oración, experiencia de Dios y conocimiento de la comunidad a la que se dirige, amor por los santos misterios y amor por el Cuerpo vivo de Cristo que es la Iglesia”.

(Declaraciones extraídas de la Revista Vida Nueva)

 

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