Homilía y comunicación no verbal (I). Usar las manos

Muy pocos sacerdotes tienen en cuenta el lenguaje no verbal a la hora de realizar una homilía, cuando es un aspecto fundamental de la comunicación que no debe dejarse de lado. La homilía es la comunicación del mensaje cristiano, y tenemos la responsabilidad de utilizar todas nuestras habilidades para ayudar a los fieles a comprenderlo con la razón y a vivirlo con el corazón.

Un busto parlante puede transmitir las mejores y más interesantes ideas del mundo, pero serán muy pocos quienes sean capaces de seguirle. Le aseguro que esas mismas ideas no perderán ni un ápice de interés si se hacen llegar de manera más atractiva y eficaz sirviéndose de la comunicación no verbal. Es verdad que cuesta un poco más, ¡pero sólo un poco! Basta con superar la vergüenza y practicar.

En este breve texto vamos a darte algunas indicaciones fundamentales para utilizar la comunicación no verbal.

La primera ley de la comunicación no verbal es ser tú mismo. La falta de naturalidad, el sobreactuar, exagerar movimientos que no son auténticos, etc., resultan elementos desagradables para el auditorio y enturbian el mensaje. Queremos mejorar nuestras destrezas en la oratoria, pero siempre a partir de lo que uno es, de nuestra manera de movernos y de expresarnos.

Hoy vamos a hablar de la posición de las manos, lo que suele denominarse el «sistema satelital». Con las manos realizamos una serie de gestos que pueden clasificarse de la siguiente manera:

Manipuladores

Son los denominados MAPs (Manipuladores, Adaptadores, Pacificadores) pero que también se pueden llamar “gestos parásitos” porque no sólo no apoyan a la comunicación, sino que le restan eficacia. Entre ellos están los famosos tics que algunas personas repiten casi compulsivamente, pero también otros gestos que, sin ser tan compulsivos, muestran falta de seguridad, nerviosismo y, en general, son acciones no deseadas que no van dirigidas a mejorar la comunicación: tocarse el pelo, la nariz, abotonarse las mangas de la camisa -que ya estaba abotonada-, rascarse, etc.

Ilustradores

Son gestos orientados voluntariamente a apoyar nuestro discurso y que expresan, con lenguaje no verbal, lo que queremos decir, bien con un mensaje más directo o más subliminal. Así, por ejemplo, abrir los brazos cuando hablamos de libertad, o señalar una pequeña distancia con las manos cuando estamos refiriéndonos a dividir los problemas en partes más pequeñas, o gestos de desaprobación en la cara si nos referimos a una realidad que queremos que sea percibida como desagradable. Son los más importantes, porque ayudan a la transmisión del contenido y de la emoción precisa que queremos que los oyentes capten y comprendan.

Reguladores

Buscan, consciente o inconscientemente, provocar una reacción en el interlocutor. Así, por ejemplo, al mirar fijamente, forzar la apertura de los ojos y levantar las cejas estamos comunicando al otro que esperamos una reacción suya, que podrá ser interpretada según el contexto. Por ejemplo, si a una persona mayor se le cae un objeto y nos mira fijamente y abre los ojos más de lo normal entenderemos fácilmente que espera que nos agachemos a recogerlo. También cuando hacemos una pregunta a alguien y levantamos ligeramente la barbilla en su dirección, etc.

 

Pacificadores

Los que realizamos para relajarnos o protegernos, consciente o inconscientemente. Los jugadores de póker son expertos en buscar este tipo de gestos en sus contrincantes, porque denotan nerviosismo disimulado o incluso miedo. Suelen ser más sutiles que los gestos manipuladores, pero sí se captan y se comprenden nos revelan mucho sobre el otro: acariciarse el pelo o el cuello (autotranquilizarse), desviar la mirada del foco de tensión, masajearse la nuca, colocarse las mangas…

Emblemas

Gestos que tienen un significado concreto en una determinada cultura, como hacer un círculo con los dedos índice u pulgar con el sentido de “OK”, levantar el pulgar para señalar acuerdo o frotarse repetidamente el pulgar con los dedos corazón e índice para representar el dinero.

El control sobre nuestro propio cuerpo nos llevará a conseguir una mayor coherencia en la comunicación a través de los gestos ilustradores e incluso, poco a poco, con práctica y motivación, a controlar  los gestos manipuladores y pacificadores que, por ser inconscientes, pueden no tener la misma intención que nuestro lenguaje oral y confundir a los otros.

Esperamos que esta clasificación te permita pensar en qué clase de gestos utilizas en cada momento de tu comunicación y en cómo mejorarlos y desarrollarlos

 

 

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