QUIENES SOMOS
La Fundación nace en 2006 por iniciativa de un grupo de familiares directos de Carmen de Noriega, santanderina, madre de familia numerosa, de fe profunda y sencilla, que dedicó su vida a atender a cuantos la rodeaban. En la actualidad se puede decir que ha traspasado los confines de la familia pues cuenta con más de cuarenta benefactores estables, un nutrido grupo de colaboradores habituales, un equipo de profesores y ponentes de primera fila firmemente comprometido con los fines de la Fundación y numerosos amigos, especialmente entre los sacerdotes y jóvenes que han participado en nuestros cursos.
Nuestra actuación busca contribuir a la difusión del mensaje del Evangelio y de los principios de la ley natural para así construir una sociedad mejor. Ponemos la comunicación al servicio del Evangelio, conscientes de que, como afirma el Papa Francisco, tenemos la responsabilidad de tomárnoslo muy en serio, porque la Palabra viene de los oídos, llega al corazón y va a las manos.
Creemos que la sociedad actual está sumida en una profunda crisis de valores. En una crisis que, como ha señalado Benedicto XVI es una crisis de la verdad, que está radicada en una crisis de fe. Queremos ayudar a difundir la verdad de Dios y la verdad del hombre para iluminar la vida, no sólo de los cristianos, sino de todos los hombres, y colaborar así al bien de la sociedad.
Nuestro trabajo se centra principalmente en el ámbito de la comunicación entendida en un sentido amplio, es decir, abarcando las tres distancias: la distancia corta de la comunicación interpersonal; la distancia media, ante grupos, y la distancia larga de los medios de comunicación y las redes sociales.
Creemos que una buena comunicación es decisiva para que la Buena Nueva del Evangelio llegue al corazón de la cultura. Esta es nuestra manera de contribuir a la construcción de una sociedad mejor. Somos muy conscientes de que el destino de una sociedad depende siempre de minorías creativas. Y estamos convencidos de que los cristianos podemos transformar el mundo. Debemos superar los miedos y complejos que nos hacen sentirnos como el resto de una Europa que desaparece para convertirnos en la vanguardia de una nueva Europa. Tenemos que hacer frente al laicismo y al relativismo participando en la vida pública y en el debate sobre los retos de nuestro tiempo desde la razón iluminada por la fe. Y siendo capaces de comunicar nuestro mensaje con entusiasmo, convicción y eficacia.